jueves, 9 de mayo de 2013

EDIFICIOS DESAPARECIDOS DE MADRID (PALACIO DEL MARQUES DE PORTUGALETE)



En el número 56 de la Calle de Alcalá y haciendo esquina con la calle Alfonso XI, podemos contemplar un edificio perteneciente al Ministerio de Sanidad, pero no siempre fue así, hasta poco después de la Guerra Civil, en su lugar se encontraba el Palacio del Marqués de Portugalete.
Fue mandado construir en la década de los años 60 del Siglo XIX  durante el reinado de Isabel II, siendo considerado   uno de los palacios más emblemáticos de la aristocracia madrileña.
A través de Google, podemos contemplar el espacio que en su día ocupó el Palacio del Marqués de Portugalete

Su propietario fue el Marques de Portugalete y Duque de Bailen, que originariamente se denominaba "Ducado de Bailén Castaños", título nobiliario creado en 1833, por el rey Fernando VII a favor del general Francisco Javier Castaños y Aragorri Urioste y Olavide, con carácter personal y vitalicio. Posteriormente fue transformado en perpetuo y hereditario en 1847, por la reina Isabel II.
Fachada del Palacio del Marqués de Portugalete

Fallece el General Castaños sin descendencia pasando los títulos nobiliarios a Luis Ángel de Carondelet y Castaños, hijo de su hermana, y al esposo de esta  el Barón de Carondelet, que ostento el II Marquesado de Portugalete.
Vista general del Palacio del Marqués de Portugalete hacia 1880

Los planos y la dirección de los trabajos de construcción del edificio fueron ejecutados por el arquitecto francés Adolfo Ombrecht. En su interior, disponía de salón de bailes, una capilla para los actos religiosos, sala de billar, sala de baños decorada al estilo pompeyano por el pintor Oreste Mancini, galería museo, salón de música y un gran número de dependencias. La decoración toda ella realizada a base de mármol de Carrara, tapices de Goya, muebles de ébano, marfil, arañas y cristaleras multicolores y un sinfín de lienzos y tapices de los artistas más afamados.
Vieja estampa en la que todavía se puede contemplar el Palacio del Marqués de Portugalete, aunque rodeado de edificaciones.

El palacio se construyó en el centro de la parcela, disponiendo de un patio interior con zona ajardinada, el exterior estaba delimitado por una verja.
Para la construcción se empleó la piedra y el ladrillo alternativamente, la piedra para las parte principales como las esquinas, frontones, cornisas y vanos de puertas y ventanas. A destacar el diseño del cuerpo central de la fachada de la calle Alcalá formando un espacio curvo.
Decoración del Palacio

Durante muchos años, el palacio fue lugar de reunión de las clases más pudientes y políticos de la época como Cánovas del Castillo.
          Fue demolido después de la Guerra Civil, para dar paso a nuevas formas de urbanismo y en el año 1946, se construyó en su lugar el edificio del Instituto Nacional de Previsión, que posteriormente se denominó Instituto Nacional de la Salud.

En la actualidad, el edificio es propiedad del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad del Gobierno de España.

Vista del edificio oficial que sustituyó al antiguo Palacio

miércoles, 1 de mayo de 2013

EDIFICIOS DESAPARECIDOS (PALACIO DEL MARQUES DE ALCAÑICES)


Cuando paseamos por la Plaza de Cibeles, en la confluencia de la calle Alcalá con el Paseo del Prado, podemos contemplar el impresionante edificio sede del Banco de España, pero hasta el año del inicio de su construcción 1884, el solar estuvo ocupado por el Palacio de Alcañices, propiedad del Duque de Sesto por cuya propiedad el Banco de España pagó el precio de unos tres millones de pesetas.
Los primeros datos del edificio original, indican que el mismo fue construido por Luis Méndez de Haro VI marqués del Carpio, sobrino de Gaspar de Guzmán y Pimentel Ribera y Velasco de Tovardel, más conocido como  conde-duque de Olivares. Luis Méndez, llegó a ser válido de Felipe IV con la caída en desgracia de su tío. Posteriormente, las casas estuvieron habitadas hacia el año 1790, por los duques de Béjar, Pedro de Alcántara Téllez-Girón y María Josefa Pimentel. Será a finales del Siglo XVIII cuando la propiedad es adquirida por Manuel Miguel Osorio y Spinola, XV marqués de Alcañices.
Plano de Mancelli año 1623

Debido al mal estado del edificio, el Marques de Alcañices, realiza una primera obra de mejora a comienzos del Siglo XIX. En 1823 fallece Manuel Miguel Osorio y la propiedad es heredada por su hijo Nicolás Osorio y Zayas, quien llevó a cabo una gran reforma en el año 1847 invirtiendo la cantidad de  2 millones de reales.
Plano de Pedro Texeira año 1656, señalado en verde casa de Don Rodrigo de Herrera y en rojo la propiedad del Marqués del Carpio

Nicolás Osorio era un gran aficionado a los caballos, siendo uno de los fundadores de la Sociedad de Fomento de la Cría Caballar de España. En el año 1854 construyó nuevas caballerizas en el Palacio. Fallece en Enero de 1866 pasando la propiedad a su hijo José Isidro Osorio y Silva-Bazán, duque de Sesto. José Osorio, en el año 1872, realiza una nueva reforma del Palacio encargando la obra a Francisco de Cubas y González-Montes, más conocido en nuestros días como Marques de Cubas.
La Cibeles en su primitivo emplazamiento y el Palacio de Alcañices a la izquierda año 1857

Llegados a este punto, hagamos un pequeño descanso para conocer a nuestro último duque de Sesto, personaje que influyó notablemente en la vida política del Siglo XIX.
José Osorio y Silva-Bazán, nació en Madrid en 1825, hijo de Nicolás Osorio y Zayas y de Inés de Silva, hija de los marqueses de Santa Cruz, heredó una gran fortuna a la muerte de su padre además de los títulos de Duque Algete, de Alburquerque y de Sesto y los marquesados de los Balbases, de Leganés y Alcañices.
Caballerizas del Palacio de Alcañices

Como norma habitual, utilizaba el ducado de Sesto, y el marquesado de Alcañices, llegando a ser conocido en Madrid como Pepe Alcañices. Desde muy joven se dedicó a la política y con solo 28 años fue nombrado alcalde de Madrid, siendo considerado como uno de los mejores alcaldes de Madrid, debido a las obras públicas llevadas a efecto. El duque de Sesto, también fue nombrado Gobernador Civil de Madrid.
Entrando un poco en su vida personal, se comentaba que mantenía un amor secreto con Francisca de Guzmán y Portocarrero, duquesa de Alba, de la que estaba profundamente enamorado. La hermana de Francisca, Eugenia, se había enamorado perdidamente del duque de Sesto y como no era correspondida por este, intentó suicidarse con fósforo. Posteriormente, Eugenia sería emperatriz de Francia debido a su matrimonio con Luis Napoleón Bonaparte.
Estampa del Salón del Prado con el Palacio de Alcañices


En 1868, el duque de Sesto, se casó con Sofía Troubetzkoy,  princesa rusa viuda del duque de Morny y considerada una de las damas más bellas y elegantes de Europa.
Al su llegada a España, los rumores decían que la nueva duquesa de Sesto, era hija secreta del zar de Rusia. La duquesa introdujo en España muchas novedades en el campo de la moda así como en los juegos de salón. Dentro de estas novedades, al parecer la duquesa fue la introductora del árbol de Navidad en España en el año 1870.
A la izquierda, el marqués con el Principe Alfonso y a la derecha los marqueses de Alcañices

José Osorio fue un monárquico hasta la medula como ya lo habían sido sus antepasados, con su capital, sufragó una  parte de los gastos ocasionados durante la etapa de exilio de Isabel II y sus hijos, pero fue como tutor del príncipe Alfonso donde más destacó su aportación a la monarquía.
El duque de Sesto, fue el impulsor para que el príncipe Alfonso ingresase en uno de los más prestigiosos colegios europeos, el colegio Theresianum de Viena, donde realizó sus estudios secundarios. El príncipe, futuro Alfonso XII, le tomó mucho cariño a José Osorio, al que consideraba como un padre y su mejor amigo.
Palacio de los Alcañices. Ilustración Española y Americana

El duque de Sesto o Marques de Alcañices, tanto monta monta tanto, en conversaciones privadas con la reina Isabel II, convenció a esta para que abdicase en su hijo Alfonso para restaurar en España la monarquía de los borbones. Las crónicas de la época comentaban que un día Isabel II llamó a su hijo en presencia del duque de Sesto, para decirle: “Alfonso, dale la mano a Pepe, que ha conseguido hacerte Rey”. José Osorio fue el primero en firmar como testigo el documento que daba fe de la abdicación de la reina en la persona del Príncipe de Asturias, iniciándose así el proceso de la restauración.

En su apoyo cotidiano a la causa borbónica los duques de Sesto organizaban en su Palacio del Paseo del Prado reuniones políticas con los partidarios del príncipe Alfonso. La duquesa de Sesto, con el fin de acabar con el reinado de Amadeo de Saboya, llegó a ejercer como secretaria de Antonio Cánovas  del Castillo, político e historiador español y Presidente del Consejo de Ministros.
Construcción del Banco de España

Queremos oportuno reseñar una serie de anécdotas de la duquesa. En apoyo de los partidarios de Alfonso, se organizaban bailes y fiestas, y fue la propia duquesa quien puso de moda un alfiler con el emblema de la flor de lis que lucían las damas en sus vestidos y sus peinados como prueba de adhesión a la causa borbónica. Asimismo, cuando la comitiva real pasaba por la calle de Alcalá, la duquesa ordenaba que se cerrasen de golpe todos los balcones de la casa, como muestra de desaprobación hacia el rey Amadeo I.
Vista general de la Plaza de Cibeles desde el palacio de Linares

Mientras tanto, el príncipe Alfonso continuaba su formación por Europa, del colegio Theresianum, pasó a la academia militar de Sandhurst en Inglaterra. La formación la complementaba con la realización de viajes por diversas capitales europeas. El duque de Sesto, preocupado por la  formación del Príncipe, realizaba visitas durante el curso escolar, y en vacaciones se lo llevaba a su casa veraniega  en la localidad francesa de Deauville.
Pese a tener en su contra algunos detractores de su relación con Alfonso, José Osorio siempre contó  con la confianza de Antonio Cánovas del Castillo, que entendía que su influencia sobre Alfonso era muy beneficiosa y además era conocedor de los grandes sacrificios económicos del marqués de Alcañices en favor del Príncipe Alfonso.
Fachada del Banco de España calle de Alcalá

En Diciembre de 1874, los duques de Sesto participaron en la distribución por todo Madrid de un manifiesto firmado por el príncipe Alfonso, para su regreso a España. El día 13 de enero de 1875, el Príncipe Alfonso, procedente de París, llegaba a Aranjuez, siendo recogido por el duque de Sesto que le acompañó en su entrada por las calles de Madrid entre las aclamaciones del pueblo, como reconocimiento al regreso de la dinastía de los borbones.
Al término de la tercera guerra carlista, en 1876,  Alfonso XII se instala en el Palacio Real y el duque de Sesto asumió el cargo de mayordomo real y consejero de Alfonso. Fue Alcañices uno de los más firmes defensores de la boda del rey con su prima, María de las Mercedes de Orleans que se celebró el 23 de Enero de 1878. Por desgracia el matrimonio duró sólo cinco meses, pues María de las Mercedes murió de fiebres tifoideas. El duque de Sesto, viendo al rey destrozado por el dolor, le animaba a divertirse con sus amigos y a buscar otras mujeres que le ayudasen a superar la pérdida de María de las Mercedes.
Superados los primeros meses de dolor, José Osorio acompaño al rey a la localidad francesa de Arcachon para conocer a María Cristina de Habsburgo -Lorena, que se convertiría en la segunda esposa de Alfonso XII el 29 de Noviembre de 1879.
Fachada del Banco de España Paseo del Prado

Por desgracia para Pepe Alcañices, María Cristina desde su boda con Alfonso XII tubo continuos enfrentamientos con Alcañices al considerar que influía negativamente en el rey, en una ocasión  abofeteó en público al duque cuando este presentaba a Alfonso XII a una bella cantante de moda.
La Diosa Cibeles a finales del Siglo XIX con el Palacio de Buenavista frente al Palacio de Alcañices

María Cristina no supo reconocer los enormes esfuerzos económicos y sacrificios personales que hizo Alcañices en favor de Alfonso XII que llevó al duque de Sesto prácticamente a la ruina.
Los gastos de su apoyo a la monarquía calculados entre 15 y 20 millones, y  las obras de prolongación de las antiguas calles del Sordo y de la Greda, hoy llamadas de Zorrilla y de los Madrazo, obligaron al duque de Sesto a vender el Palacio en el año 1882 al consejo del Banco de España.