viernes, 27 de julio de 2012

PLAZA DE NEPTUNO

En la mitología romana, Neptuno es el hijo mayor de los dioses Saturno y Ops, y hermano de Júpiter y Plutón. Neptuno gobierna todas las aguas de los mares y cabalga sobre caballos blancos. Se le conoce como Poseidón en la mitología griega.
Neptuno, eligió el mar como morada, con su poderoso tridente agita las olas, hace brotar fuentes y manantiales y su ira provoca temibles seísmos y terremotos.
Neptuno, es el dios que sostiene el planeta en el que vivimos, porque el océano rodea la Tierra y él desde los mares, soporta el peso de la tierra firme.


Su esposa principal fue Anfítrite, una Nereida que le dio como hijos a los tritones, monstruos marinos con rostros humanos barbados y colas como las de los delfines.
Originalmente, Neptuno es el dios romano de las nubes y la lluvia, y así se mantiene hasta el año 399 a. C., cuando se decide la importación del culto a Neptuno desde las colonias griegas de Sicilia y se traslada entonces la divinidad de las aguas aéreas a todas la aguas de la Tierra.
La Fuente de Neptuno, es un monumento de estilo Neoclásico situada en el centro de la plaza de Cánovas del Castillo.
Fue el rey Carlos III quien decidió darle un aspecto más moderno a Madrid remodelando la zona del Paseo del Prado y Recoletos. Debía ser un lugar de cultura con museos y también de esparcimiento, donde los madrileños pudieran disfrutar de un agradable paseo.
Tanto Neptuno como Cibeles y la fuente de Apolo eran las joyas del llamado Salón del Prado. Cibeles y Neptuno, se colocaron inicialmente mirándose la una a la otra y a ras del suelo.


         La fuente de Neptuno, fue diseñada por el arquitecto Ventura Rodríguez y realizada entre 1780 y 1784 por Juan Pascual de Mena, quien la esculpió toda ella en mármol blanco procedente de Montesclaros en la provincia de Toledo.
La fuente consiste en un gran pilón circular en cuyo centro se encuentra la figura de Neptuno, dios de los mares, con una culebra enroscada en la mano derecha y el tridente en la izquierda, erguido sobre un carro formado por una concha tirada por dos caballos marinos con cola de pez. Alrededor del carro se ven focas y delfines que arrojan agua a gran altura.
La fuente, fue trasladada al centro de la plaza en el año 1898, lugar que sigue ocupando en la actualidad.

Ya hace muchos años, que desde la Puerta del Sol partían hacia el Prado varios senderos; uno de estos, al construirse el monasterio de San Jerónimo en 1503, aumentó su trasiego y se convirtió en una vía para carros para visitar el monasterio. Fue el origen de la Carrera de San Jerónimo, y su importancia aumentó al usar los Austrias el Palacio del Buen Retiro como centro cuaresmal y de festejos, y especialmente cuando se incendió el Alcázar residencia de los primeros Borbones, obligandose a vivir en el Palacio del Buen Retiro, mientras se realizaban las obras de rehabilitación del Alcázar.

Plano de la confluencia de la Carrera de San Jerónimo con el Prado, según Mancelli año 1620.

          La Carrera de San Jerónimo finaliza en la actual plaza de Cánovas del Castillo, en la que se halla situada la fuente de Neptuno, motivo que lleva a muchos madrileños a llamarla Plaza de Neptuno. Ocupa un emplazamiento privilegiado en pleno Paseo del Prado, muy cerca del Museo del Prado, una de las mejores pinacotecas del mundo, y el Palacio de Villahermosa (Museo Thyssen Bornemisza). En la plaza también se encuentran los hoteles: Palace y Ritz.
Antonio Cánovas del Castillo, fue un escritor y político del Siglo XIX, que llegó a ser Presidente del Gobierno. Murió asesinado por un anarquista en el balneario de Santa Agueda en Guipúzcoa el año 1897.

El Paseo del Prado, debe su nombre al desaparecido Prado de los Jerónimos, un conjunto de solares y prados silvestres situados alrededor del monasterio de San Jerónimo el Real, que marcaban el límite oriental del casco urbano madrileño. En sus proximidades existían otras dos zonas designadas como prados: El de los Recoletos Agustinos, coincidente, en líneas generales, con el actual Paseo de Recoletos y el de Atocha, cerca de la actual Plaza del Emperador Carlos V. Todos ellos eran conocidos con el común denominador de Prado Viejo.

La primera reforma urbanística del Prado Viejo tuvo lugar en el año 1570, bajo el impulso del rey Felipe II, que nueve años antes había establecido la Corte en Madrid. En la esquina de la Carrera de San Jerónimo con el Prado existía una construcción que se denominaba la Torrecilla de la Música que aparecía en diversos planos de la época.
El proyecto de remodelación de la zona consistió, en la alineación de las manzanas orientales de la ciudad para la creación de una zona de recreo y esparcimiento, articulada alrededor del cauce del desaparecido arroyo de la Fuente Castellana o del Olivar, también llamado Bajo Abroñigal y que discurría al este del casco urbano.
Fruto de esta iniciativa fue la plantación de una arboleda longitudinal, dispuesta en una única hilera en el caso del Prado de los Recoletos Agustinos y en tres en el de los Jerónimos, según puede apreciarse en el plano de Pedro Texeira del año 1656.
Mediante este eje arbolado se marcaba la línea divisoria entre el caserío de la ciudad y los recintos monacales ubicados al otro lado del Prado Viejo.
A principios del Siglo XVII fue construido, junto al monasterio de San Jerónimo el Real, el Palacio del Buen Retiro, residencia real que cerraba la cara este del Prado de los Jerónimos.
Durante el reinado de Carlos III, las reformas urbanas de Madrid se plantearon en lo que entonces era la periferia de la ciudad, el Prado Viejo que, pese a ser un paseo muy popular había ido cayendo en un estado de abandono y perdiendo su primitiva función de lugar de esparcimiento.



El Salón del Prado, como se llamó a esta gran reforma, convirtió esta zona, profusamente arbolada, en un paseo con Jardines y Fuentes. La idea fue promovida por el Conde de Aranda, presidente del Consejo de Castilla, iniciándose los trabajos en 1763. Se trataba de integrar de forma unitaria los fragmentos dispersos del espacio de transición entre la ciudad y el conjunto palatino del Buen Retiro, mediante la creación de un espacio limitado y embellecido por fuentes y vías arboladas.
Estas transformaciones llevaron a los grandes de España a construir sus residencias en el entorno del Prado para estar cerca de los reyes. Algunas de estas edificaciones todavía se conservan aunque muy renovadas, pero por desgracia, otras muchas han desaparecido debido a la acción de la piqueta y a la especulación urbanística.

Para conocer un poco mas el entorno de la Plaza de Neptuno, comenzaremos nuestro recorrido por el palacio que podríamos considerar la “Joya de la Corona”, el Palacio de Medinaceli.
El Palacio del Duque de Medinaceli con sus jardines, huertas y dependencias ocupaba una gran manzana comprendida entre la Carrera de San Jerónimo, el Paseo del Prado y las calles de Huertas, Jesús, Cervantes, San Agustín y la plaza de las Cortes. Fue mandado construir por el duque de Lerma en la primera década del Siglo XVII y heredado posteriormente por los Medinaceli, sus legítimos descendientes. Las dependencias eran tan numerosas que el duque de Lerma no necesitaba abastecerse de nada fuera de sus tapias, elaborando el pan para el consumo interno  del Palacio.

1-Palacio de Medinaceli. 2-Convento de Santa Catalina. 3-Convento de los Trinitarios.

Durante la Guerra de la Independencia, fue incautado por los franceses causando grandes destrozos. En 1857 se abrió en sus terrenos la prolongación de la calle Lope de Vega al paseo del Prado y a principios del siglo XX la de Cervantes también al Paseo del Prado y la calle Jesús a la Plaza de las Cortes. El palacio era conocido por los madrileños como el Palacio del Prado. La muerte del quincuagésimo duque de Medinaceli en 1873 hace que su viuda traslade su vivienda a su nueva residencia del Paseo de Recoletos esquina a la Plaza de Colon. El abandono del Palacio del Prado, motiva su demolición que se lleva a cabo en 1910 y en su lugar se levantó el Hotel Palace.

Año 1863.  A la izquierda el Palacio de Medinaceli, a la derecha Palacio de Villahermosa
En este punto, que mejor que el propio Mesonero Romanos nos describa las características del palacio en su libro “El Antiguo Madrid”  del año 1861.
"El Palacio de los duques de Medinaceli, inmenso edificio, que, con sus jardines y dependencias, ocupa una superficie de 244.782 pies. Creemos que fue mandado construir por el opulento duque de Lerma D. Francisco Gómez de Sandoval, siendo marqués de Denia y favorito ya de Felipe III; era además suya, según ya queda expresado, toda la manzana que desde el paseo del Prado llegaba a la calle de San Agustín, y desde la Carrera de San Jerónimo a la calle de las Huertas, en una extensión prodigiosa, que bastó, no sólo a dotar a su palacio de amplias huertas y jardines, picadero y otras oficinas, sino a las dos fundaciones religiosas que ya dijimos hizo antes y después de ser electo cardenal de la S. I. R.; una de la casa profesa de Jesuitas (después convento de San Antonio), donde colocó el cuerpo de su glorioso antecesor San Francisco de Borja, duque de Gandía, y la otra, la de Trinitarios de Jesús; y no satisfecha aún su piedad opulenta con estas fundaciones, de que rodeó su palacio ducal, adquirió el edificio que ocupaba el Hospital General para colocar en él a las monjas de Santa Catalina, estableciendo por medio de un arco sobre la calle del Prado la comunicación de su palacio con la tribuna de esta iglesia.
A este palacio, en fin, se retiró Felipe V, a la muerte de su primera esposa D.ª María Gabriela de Saboya, en Febrero de 1714, por consejo y disposición de la intrigante y poderosa Princesa de los Ursinos".

Como ya hemos indicado, en el solar que dejo el Palacio de Medinaceli, se construyó el Gran Hotel Palace.
Por si solo, el Hotel The Westin Palace, popularmente conocido como Hotel Palace, merece un capítulo aparte por la intensa actividad desarrollada en sus cien años de vida. En este apartado realizaremos un breve recorrido por su historia aportando algunos de los datos más interesantes sobre el Hotel.  Se encuentra situado en la Carrera de San Jerónimo, con fachadas a la Plaza de Cánovas del Castillo, Calle del Duque de Medinaceli y Plaza de las Cortes.
En el año 1910, y fruto de los deseos del rey Alfonso XIII para que Madrid pudiera disfrutar de un hotel que estuviera al nivel de la ciudad, se inauguró el Ritz proyectado por el arquitecto francés Charles Mewés. Las ciento ochenta habitaciones que poseía este nuevo Hotel de lujo junto con las del Gran Hotel de París ubicado en la Puerta del Sol, no eran suficiente para atender la creciente demanda de visitantes que afluía a la capital. La carestía de habitaciones de lujo en Madrid quedó patente años antes, tanto en 1902 durante las celebraciones para la coronación de Alfonso XIII como la de sus esponsales con Elena de Battemberg en 1906. En ambos eventos el esfuerzo por acomodar los visitantes fue una labor bastante complicada.


         Alfonso XIII aficionado a las carreras de caballos, tiene una entrevista con el empresario hostelero de origen belga, George Marquet, dueño de cadenas de hoteles en la Costa Azul, en este encuentro George es animado por el monarca a construir un Hotel en Madrid.
La obra se llevó a cabo en el solar de forma trapezoidal y de seis mil metros cuadrados. La inversión inicial prevista era de quince millones de pesetas. Eduardo Ferrés es un arquitecto experimentado que posee numerosas obras en España y Portugal, contó para su diseño con los ingenieros de la empresa de Marquet: Leopold Ghende y Max Linder. Una de las primeras actuaciones fue la realización de un basamento que soportara el desnivel existente entre la calle Medinaceli y la Plaza de Cánovas del Castillo. El 9 de Marzo de 1911 dieron comienzo las obras de vaciado, el 9 de julio de 1911 se colocó la primera piedra culminando el proceso de edificación el 12 de Septiembre de 1912, fecha en la que se inauguró.
La edificación contaba desde sus inicios de una gran complejidad debido a la necesidad de instalar ascensores, servicios sanitarios para los numerosos cuartos de baño, conducciones de agua caliente, etc.
Otra de las innovaciones que incorporaba el nuevo hotel era disponer de servicio de inodoros en cada habitación.
Esta innovación superaba en calidad al Ritz que desde sus inicios compartía este servicio entre varias habitaciones
El edificio con sus cuatrocientas habitaciones empleó el novedoso material constructivo denominado, "hormigón armado", siendo erigido en un periodo de dieciocho meses, abriendo sus puertas al público el 12 de septiembre de 1912.
Este hotel tenía como innovación la presencia de teléfono e interfono con la administración del Hotel en cada una de sus habitaciones.


Fachada del Palace en la Plaza de Neptuno

En la fecha de su construcción fue el Hotel más grande de Europa. Los bajos del edificio fueron famosos en Madrid por ofrecer servicios diversos, tales como los salones de baile denominados el The del Palace, los salones de jazz del Rector's Club y la cervecería La Brasserie. En los años cuarenta se instaló el Cine Palace y posteriormente la cadena Starbucks, VIPS.

Fachada principal del Palace en la Carrera de San Jerónimo
Se atendían los servicios del hotel con un conjunto de seiscientos empleados distribuidos a lo largo del edificio. Oficialmente fue inaugurado el 12 de octubre por el Gobierno Español representado por el primer ministro José Canalejas unos meses antes de morir en un atentado.
El edificio fue galardonado en 1914 por el Ayuntamiento de Madrid por ser el mejor edificio construido de la ciudad. El entorno urbanístico del Hotel comienza a poblarse de edificios. El arquitecto Antonio Palacios comienza a construir por encargo en 1913 un edificio de viviendas que posteriormente se denominó La Sud América y que en la actualidad es el Hotel NH Paseo del Prado, situado en la misma Plaza de Cánovas del Castillo, junto al Palace, separados ambos por la calle Cervantes.
El estallido de la Primera Guerra Mundial junto a la neutralidad de España, atrajo un nutrido éxodo de la realeza y alta burguesía europea hacía Madrid. Durante este periodo las habitaciones de ambos hoteles estuvieron constantemente repletas. Esta situación hizo que el Palace fuese denominado el "último refugio de la civilización". En sus salones se reunían los elementos más variados de la sociedad europea exiliada por la Guerra. Se hacían negocios de retaguardia. La inclusión entre sus huéspedes de la espía alemana Mata Hari  no queda lo suficientemente documentada.
La cercanía con el Congreso de los Diputados hace que exista una gran afluencia del mundo de la política. También eran clientes habituales de la cervecería del Palace algunos estudiantes de la Residencia de Estudiantes como lo eran Dalí, García Lorca y Luis Buñuel.
La llegada de la Guerra Civil, hizo que disminuyera la clientela y el inmueble se convirtió, ya desde el 18 de julio de 1936, en embajada de la Unión Soviética en Madrid durante un periodo de siete semanas. Se dedicó a este cometido sólo la primera planta del edificio. El resto quedó en manos de un comité de trabajadores hasta que el 4 de noviembre de 1936, fecha en que el Ministerio de la Guerra, decide convertirlo en un hospital de sangre, denominado: "Hospital de Base número 1". Posteriormente todo el Hospital Militar de Carabanchel, se trasladó al Hotel.
Tras el periodo de Guerra Civil, ya a comienzos del año 1939, George Marquet recupera el Hotel que tuvo que restaurarse por completo, debido en parte al uso intensivo como hospital de campaña y los efectos de los bombardeos aéreos.
Iberia alquiló las dependencias situadas en los bajos y fijó allí su oficina principal. Frente a la oficina de Iberia, la compañía solicitó al Ayuntamiento de Madrid la instalación de una terminal de autobuses que pudiera facilitar el transporte de viajeros desde y hacia el aeropuerto de Barajas. La parte que da a la Carrera de San Jerónimo se dedicó a la proyección del cine, y su sala se denominó, Cinema Palace.
El auge económico y la apertura de España al exterior permite la entrada de nuevos residentes en el Hotel, el caso más significativo es el de Ernest Hemingway que regresa a España tras una ausencia de casi veinte años, y que se hospeda en el Hotel. El Hotel se hace residencia habitual de los actores americanos que hacen su gira en España. Muchos de estos actores eran desviados desde el Ritz que tenía el criterio de no aceptar los personajes públicos famosos con el objetivo de mantener la atmósfera selecta de tranquilidad entre sus clientes.
Durante el intento de golpe de Estado del 23 de Febrero de 1981, el Hotel sirvió de centro de operaciones para los medios de comunicación, los subsecretarios del Gobierno y la cúpula militar al estar próximo al Congreso de los Diputados.
El Hotel fue protagonista durante la noche del 28 de Octubre de 1982, mostrándose Felipe González y Alfonso Guerra asomados juntos al balcón del Hotel Palace al conocer los resultados favorables de las elecciones generales.

Frente al Hotel Palace en la acera de los impares de la Carrera de San Jerónimo, se encuentra el Palacio del Duque de Villahermosa, actual Museo Thyssen-Bornemisza.

Como gran parte de los grandes de España, el Duque de Villahermosa adquirió a Alesandro Pico della Mirandola en 1771 una casona barroca en el paseo del Prado, que había pertenecido con anterioridad a los duques de Maqueda.
En 1783 el duque de Villahermosa, encargó su reforma a los arquitectos Silvestre Pérez y Manuel Martín Rodríguez, pero no llegaría a realizarse. La casona palacio, era de planta sensiblemente rectangular y la distribución de las dependencias se realizaba en torno a tres patios interiores y a tres fachadas que daban, respectivamente, a un jardín lateral, al Paseo del Prado y a la Plaza de las Cortes.

  
Plano de Texeira año 1656, antiguo palacio de los Maqueda


El Duque fallece el 18 de septiembre de 1790 y será su viuda quien encargue  en 1805 al arquitecto Antonio López Aguado, discípulo de Juan de Villanueva, una nueva reforma del palacio. Esta vez si se llevan a terminó algunos cambios importantes, como la ubicación de la puerta principal en la fachada norte aprovechando el jardín; la ampliación de un piso más sobre los dos que ya tenía el palacio; la decoración de las fachadas con impostas y molduras de granito, y la ornamentación de los huecos de los balcones con molduras.
Con estas mejoras la construcción tomó el aire de las grandes mansiones nobiliarias que se habían construido en la corte durante el Siglo XVIII, como: Los Palacios de Goyeneche, de Buenavista, de los duques de Ugena, de Liria,  de los marqueses de Miraflores y de Perales y un largo etc.
En 1823 el palacio se convirtió en residencia del duque de Angulema, aquel que con la invitación del Congreso de Verona vino a España con los “cien mil hijos de San Luis” para derrocar los gobiernos del trienio liberal y restituir a Fernando VII en el trono. Más tarde se convirtió en una especie de hotel para nobles y acogió durante algunos años la sociedad artístico-literaria, llamada del Liceo y de la que era ferviente impulsor José Zorrilla.

A mediados del siglo XIX, fue una de las residencias más ilustres de Madrid, escenario de importantes fiestas y veladas culturales. El pianista y compositor Franz Liszt tocó el piano en uno de sus salones, según atestiguaba una placa colocada en su fachada de la Carrera de san Jerónimo.


Fachada principal del palacio en obras finales de los 60 y fachada en la actualidad

La fachada principal del palacio fue siempre, desde su origen, la que da a los jardines, que luce en su cornisa el escudo familiar. No pudo elegirse como fachada principal la que da a la Carrera de San Jerónimo, porque al estar enfrente el Palacio de los Duques de Medinaceli, estos  tenían el privilegio de ostentar su escudo sin ninguno enfrente.

Placa conmemorativa en la fachada del Palacio de Villahermosa

En el frontispicio de la fachada principal la que da a los jardines, aún se conserva el nombre de la Duquesa María Pilar Azlor de Aragón y Guillamas, Duquesa de Villahermosa.
Los Duques de Villahermosa vivieron en el Palacio hasta la década de los 60 del Siglo XX, pero tras  largos años de deterioro y abandono, la Banca López Quesada adquirió el palacio y encargó una profunda reforma del inmueble al arquitecto Moreno Barberá en el año 1973, con el fin de instalar las oficinas centrales de la sede financiera. Esta reforma, que conllevo un vaciado integral del interior del palacio, no fue rentable para la Banca López Quesada pues al poco tiempo entró en crisis y tuvo que poner a la venta el palacio.
Fue adquirido en 1980 por el Banco de España y posteriormente cedido al Museo del Prado como edificio donde mostrar temporalmente colecciones pictóricas y celebrar exposiciones. La última reforma del palacio data del año 1992 realizada  por el arquitecto Rafael Moneo, con objeto de convertirlo en museo para acoger de forma permanente la colección de pinturas Thyssen-Bornemisza.

 Ramón Mesonero Romanos nos describe brevemente en su libro "El Antiguo Madrid" del año 1861 las características del palacio de Villahermosa.
"Frontero al Palacio de los duques de Lerma se eleva hoy el elegante y moderno de los duques de Villa-Hermosa, suntuosa obra de primeros años de este siglo, construida por orden de la duquesa viuda D.ª María Pignatelli y Gonzaga, bajo los planes y dirección del arquitecto D. Antonio López de Aguado.
Este bello edificio es una de las construcciones más dignas e importantes del moderno Madrid. Su interior es correspondiente a sus elegantes fachadas, distinguiéndose notablemente su grandiosa escalera, la magnífica capilla ducal y el suntuoso salón de bailes, en que estuvo el teatro de la brillante sociedad del Liceo Artístico y Literario, y las principales habitaciones ocupadas por los duques propietarios, y que en 1823 habitó el delfín de Francia, Duque de Angulema, generalísimo del ejército francés".

El Museo Thyssen-Bornemisza es una pinacoteca de viejos maestros y otros del Siglo XX. Su existencia se debe al acuerdo de arrendamiento en 1988 y a la posterior adquisición, por parte del Gobierno español en julio de 1993, de una amplia selección de la colección privada reunida por la familia Thyssen-Bornemisza a lo largo de siete décadas. Este fondo artístico aportó numerosos autores extranjeros ausentes del circuito museístico español complementando a los dos principales museos estatales, el Prado y Reina Sofía.

Inaugurado en 1992, el Museo Thyssen-Bornemisza conforma con ellos el llamado Triángulo del Arte, una concentración pictórica quizás la más importante de Europa. Es uno de los museos españoles de mayor éxito, ocupando el puesto 56 entre los museos mas visitados del mundo.

Fachadas del Museo Tyssen

        
El acuerdo entre el Estado español y la familia Thyssen, permitió ocupar el Palacio de Villahermosa. Su rehabilitación como pinacoteca fue diseñada por Rafael Moneo. Las mejoras más importantes  fueron la reordenación interior en salas amplias, dando gran importancia a la luz natural, con lucernarios controlados mediante sensores, y el cambio del acceso principal, que volvía  a la fachada posterior tal como era en origen. Se entendió que esta entrada era más adecuada para acoger al público ya que contaba con jardín propio.
La elección de mármol para los suelos y de estuco en color tostado para las paredes se debe a la baronesa Thyssen. El museo ofrece una atmósfera de cierta ostentación que recuerda a las mansiones-museo norteamericanas de origen privado; en el atrio cuelgan retratos de los barones Thyssen y de los reyes de España, junto a un gran tapiz con el escudo familiar, esculturas de Rodin y macetas con ficus y palmeras.

El museo se inauguró el 8 de Octubre de 1992, con la presencia de los reyes. En 2004 se amplió para albergar el núcleo más valioso de la colección Carmen Thyssen-Bornemisza mediante la suma de dos edificios colindantes, pertenecientes a la familia Goyeneche, el primero de ellos mandado construir por el Conde de Guaqui y el segundo por la Duquesa de Goyeneche. Estos edificios fueron reformados por Manuel Baquero y Francesc Plá, y se conectan por un ángulo al Palacio de Villahermosa. Su nueva fachada orientada al jardín es de estilo vanguardista si bien las salas siguen, en colores y materiales, la estética del primer edificio.
Los interiores tanto del Palacio de Villahermosa como de los dos palacios Goyeneche habían sido alterados en tiempos pasados, por lo que al carecer de valor histórico-artístico  pudieron reformarse en profundidad, incorporando la tecnología más moderna.
Sin profundizar en la enorme riqueza del museo, reseñaremos las colecciones más importantes del Museo:
Renacimiento italiano, siglos XIII-XVI.
• Renacimiento alemán: Durero, Holbein...
• Países Bajos, siglos XV y XVI: Van Eyck, Memling
• De Rafael a Caravaggio y Rubens.
• Barroco holandés: Rembrandt, Frans Hals.
• Del rococó al realismo Impresionismo:
• De Manet a Van Gogh.
• Pintura norteamericana del XVIII y XIX.
• Siglo XX: de Kandinsky a Lucian Freud.

Tranvía delante del Congreso año 1890

Final de la Carrera de San Jerónimo año 2012, al fondo los Jerónimos

Final de la Carrera de San Jerónimo con el palacio de Medinaceli a la derecha y al fondo los Jerónimos año 1853










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